El rol de las DOs y las IGPs

17th Sep 2019 Caja de uvas

En relación a la entrevista de José Peñín en Vinetur, quería hacer una valoración respecto a su frase, creo que un poco sacada de contexto si se pilla sola, pero que define bien lo que esperas encontrar: “Hoy en día para mí una Denominación de Origen no es sinónimo de calidad”. Estando de acuerdo con él en el fondo de lo que dice, voy a verter mi humilde opinión basada en una breve vida vinculada al vino. Vaya por delante que administrativamente he parido (junto a otros, por supuesto) la D.O.P. Cebreros, y algo sé de lo que hablo.

Aunque se denominan “Marcas de Calidad”, las DOs y las IGPs son en realidad mecanismos de protección y seguimiento: de control de la trazabilidad. Y eso viene en sus pliegos propios, que deben contener todos los mecanismos de control, y todas las características a proteger: que la uva sea de una zona concreta, que se elabore dentro de sus límites administrativos, que los tipos de uva sean los descritos, que las elaboraciones sean acorde a lo aprobado… Y eso quiero creer que lo hacen todas las DOs.

La calidad, obviamente es otra cosa, y viene dada por muchos factores: el cuidado de la viña, el talento y la experiencia de l@s enólog@s, las instalaciones de la bodega… Cuando en las DOs ponen “Crianza” o “Reserva” no nos dicen la calidad, nos dicen el tiempo que pasa en una barrica. Y además, personalmente me parece ridículo que para ser “Crianza” tenga que estar 12 meses, cuando hay vinos que tienen que poner fuera de la contra etiqueta que han estado 6 ó 9 meses en barrica, porque la DO no lo permite, y los catalogan como “Tinto” por ejemplo.

Volviendo al principio, las DOs y las IGPs son muy importantes porque certifican la trazabilidad, hacen al consumidor saber que ese vino es de una zona concreta, incluso algunas, como la nuestra, de pueblo o parcela. Hablarán de la elaboración, si se abren sus corsés, diciendo el tiempo de crianza: 1,3, 12, 15 ó 33 meses de barrica, lo que diga la/el enólog@. O en lugar de barrica será piedra, granito, hormigón, fudre… Esa información es importante para el consumidor, y las DOs deberían abrirse a contarla. Si no entra que pongan un código QR y que la gente lo pueda ver en una web o una app.

Volviendo a la calidad, y partiendo del subjetivismo, no se puede obtener por un pliego, la tienen que decidir los paladares, y en eso estoy de acuerdo con José Peñín. Hay algo que están haciendo las DOs, y está bien para los elaborados pequeños acogidos a ellas, y es la promoción. Hacer marca. Pero da la sensación que se convierten algunas en monstruos comerciales, en vez de paraguas de protección. Y ahí tengo la impresión de que se tuerce, incluso se pervierte a veces, su función.

Ahora además nos vienen otros problemas, como son los tratados comerciales internacionales, en los que países como EEUU están intentado pasar olímpicamente de nuestra legislación (las DOs y las IGPs están acogidas a legislación europea, que son las que las autorizan, y luego de las comunidades autónomas en nuestro país), cosa que como elaboradores, pero sobretodo como consumidores, no debemos permitir.

Como colofón a mi alegato, quiero concretar, si os habéis leído toda mi tabarra:

1. Las DOs e IGPs son necesarias con su rol de protección a los elaboradores.

2. Las DOs e IGPs deben abrirse, como las francesas, a poder clarificar los tipos de uvas, proveniencia y elaboración (pueblo, parcela, zona).

3. Las DOs e IGPs deben luchar contra el fraude.

4. Las DOs e IGPs son importantísimas para el consumidor para conocer claramente la trazabilidad del producto, vino en este caso.

5. Las DOs e IGPs debieran, y esto sé que es difícil, diferenciar entre unos vinos y otros, para no meter en el mismo saco a todos. Con el tiempo y voluntad se logrará.

6. La calidad de un vino siempre dependerá de su elaborador/a y el/la viñador/a.

¡Chimpún!