Vendimia 2018
Después de una semana de contratiempos, poco tiempo tuve para preparar la vendimia en condiciones, pero las ganas y el fervor hicieron sacar de mí las fuerzas (el tiempo me lo tuvo que prestar mi familia, porque casi ni me quedaba). Y el viernes día veintiocho pegué un último lavado a las tinajas, recogí toda la bodega, y dejé todo el espacio limpio. Para rematar, me cargué las cajas, y en dos viajes bajé a la viña todas las cajas. Después de eso, a casita que al día siguiente había que trabajar duro.
A las seis y media tocó diana con poco más de seis horas de sueño a mis espaldas, y con la emoción de empezar la fase final de la elaboración del vino, pues la fase previa empieza siempre en la viña.
La verdad que me levanté con ganas, será de las pocas veces que madrugo con tanta intensidad. Y en menos de una hora ya estaba operativo. Terminé de colocar las cajas por la viña, y ya apareció Diego, que fue el primero de mis amigos en llegar. Al momento llegaron Fernando y Carlos, y un poco después Rodrigo. Cecilia y Fernando también se apresuraron en venir. Cada uno desde un lugar, todos con más o menos ganas, y más o menos sueño, doblaron la espalda previas instrucciones que les iba dando según iban llegando.
Pero la gran motivación para todos fue mi cuñado Alberto, que nos obsequió con una caldereta de cordero espectacular. No está pagado el cariño y el esfuerzo que tuvo para todos nosotros. De hecho le perdoné la vendimia a cambio de que se dedicara en exclusiva a preparar la comida y ayudarme después a pisar la uvas.
Al llegar Rubén e Irene, Rubén se ofreció a ser mi compañero porteador (con diferencia la peor tarea del día, pero hay que hacerla). Y todavía hubo tiempo para que aparecieran Cristina con mi hijo y mi sobrina (que disfrutaron de lo lindo y vendimiaron), y Ana con sus hijos, que ya más mayores, no les gustaba tanto trabajar. Fueron eficientes, y fueron perseverantes, y antes de la una y media acabaron toda la recolecta de uvas, cuando volvimos Rubén y yo del segundo viaje a la bodega para dejar las cajas.
No todos se quedaron a la comida, el tiempo es un valor codiciado que es difícil disponer. Y bastante que pudieron venir. Gracias a todos.
Ya en la bodega hicimos la selección, aunque estaban marcadas las uvas que iban a ir a una tinaja o a otra, es muy importante retirar bien todo aquello que no debe entrar en la estrujadora despalilladora.
Establecimos turnos para rotar, y dedicamos todos los esfuerzos para terminar lo antes posible. Dos cargaban cajas a la tolva, uno debajo intercambiaba capazos para que no se desperdiciase nada, y otro encima de la escalera recogía los capazos para echarlos a las tinajas. Quiero aclarar por lo que la gente me pregunta, que no tengo manguera para subir desde la despalilladora a la tinaja las uvas estrujadas, porque no quiero aplastar las uvas más. Me interesa la uva estrujada solamente, no aplastada. E incluso, en la tinaja de selección, eché sesenta kilogramos de uvas enteras, para que arranquen a fermentar sus levaduras desde dentro de la baya, como una maceración carbónica, buscando nuevos aromas y sabores. Todo es experimentar.
Los niños mientras estuvieron jugando con las cajas a hacerse un castillo, o una casa, o algo así, la verdad es que los vi disfrutar, y es como se lo tiene que tomar los niños para que les guste la tradición de venir a vendimiar.
La verdad que estoy muy contento con la calidad de la uva, al final mil cien kilogramos de uvas, en dos tinajas, preparadas para fermentar y convertirse en un vino de garnacha maravilloso. Y para todos los que participen en el crowfunding de mi bodega.
Estoy convencido que será un gran vino, frutal y agradable. Será una añada, que aunque escasa, su calidad la hará sobresalir sobre otras que vengan después.
Gracias a todos. Gracias a mis amigos y familia que habéis estado conmigo en este día de gran intensidad y esfuerzo. Y gracias a todos los que estáis participando en el crowdfunding para ayudarme a poder restaurar la bodega y poder hacerla un lugar de trabajo óptimo.